El pasado 27 de marzo, a las puertas de la gran fiesta nacional de la alimentación, Alimentaria 2014, el ministro del sector, Miguel Arias Cañete, presentó en rueda de prensa [ver vídeo] los datos del Panel del consumo alimentario en 2013 [Ver informe]. Durante más de 20 minutos, el titular de Atocha ofreció un montón de datos resultantes de las muestras que, durante un año, se toman a 12.000 hogares de todas las regiones y habitats del país y que representan a todo tipo de familias, según explicó.

Cañete, emulando a la periodista Ana Pastor, se limitó a dar datos, muchos datos, sin ofrecer apenas conclusiones. Puede que no lo hiciera porque es demasiado osado sacarlas, pero como este es un artículo de opinión y no de información pura y dura, me voy a atrever a exponer una visión personal de los porqués de determinados resultados.

“Osadas” conclusiones sobre los datos del Panel de consumo alimentario

Entre todos, el que más me ha llamado la atención es el del que los hogares de los jubilados sean los que más consumen, creciendo 2,5 puntos respecto al año pasado. «Además tiene características muy especiales, con un consumo per cápita muy alto de 970 kilogramos o litros de alimentos por persona y año y muy por encima de la media de los hogares que se sitúa en 676», concretó Arias Cañete.

¿Qué hay que deducir? ¿Que los jubilados consumen muchos más alimentos que los hogares con personas más jóvenes y con hijos en pleno crecimiento? La  observación diaria del entorno, junto a la visión del mundo que ofrecen los medios de comunicación y la lógica me hacen pensar que ese considerable incremento se debe a que, debido a la importante crisis económica, muchos pensionistas han pasado de ser una carga a convertirse en el sustento de toda una familia con varios miembros desempleados. Aunque parece que no hay muchos estudios o análisis sobre esta cuestión, lo cierto es que cada vez más es una realidad social.

Otro dato llamativo es el giro que se ha dado en las compras de aceite, donde el de oliva virgen ha subido más de diez puntos, los refinados han caído y sin embargo ha aumentado en casi nueve puntos el aceite de girasol. Me pregunto: esta polaridad entre los aceites vírgenes y de girasol, y la pérdida de mercado de la gama media de los refinados de oliva, ¿será un reflejo de lo que pasa en la sociedad española donde se afirma que la clase media está desapareciendo?

En cuanto a vinos, el consumo ha caído un 3,7 por ciento, siendo los espumosos, los que tienen calidad diferenciada (denominación de origen o IGP) y los de licor los que más han descendido. ¿Será que los españoles estamos para celebrar pocas fiestas?

Respecto al incremento del gasto en alimentación, (dato positivo con el que Arias Cañete inició su comparecencia) hay que señalar que la gráfica que expuso dejó claro que el consumo de los hogares ha crecido un 0,8%, pero mucho más la evolución de los precios, que lo ha hecho en un 1,6%. Así, ese aumento se debe más a la subida de los precios que al del consumo.

Y entre los indicadores que pueden hacer creer que los ansiados «brotes verdes» están a la vuelta de la esquina como se dice desde el Gobierno es que, a la hora de elegir el establecimiento de compra, el ciudadano ha vuelto a primar la calidad sobre el precio aunque sin llegar a los porcentajes que tenía en 2010 y 2011.

En fin, que según Arias Cañete, este informe es «la mejor fotografía y la más completa de lo que comemos en España, tanto en el hogar como fuera de él; refleja qué alimentos consumimos, dónde y cuánto gastamos´, y donde y cómo se compran». Lo que me lleva a plantearme «somos lo que comemos», no sólo a nivel personal, si no también social.

Escrito por Elisa Plumed

Periodista especializada en agricultura y alimentación.

2 Comments

  1. Pilar Galindo 31 marzo, 2014 at 14:59

    Muy bueno el post.. totalmente de acuerdo. Cuando vi lo del incremento del consumo en los hogares de jubilados se me cayó el alma a los pies… pensé: claro, será que como les han hecho esa pedazo de subida de pensión, pues venga! a comprar..
    Curioso también lo del aceite, lo que tú dices Elisa, un reflejo social… Al final, y por no ser pesimistas del todo y ver el lado bueno de las cosas, por lo menos ha aumentado el consumo de productos como el arroz, las legumbres, las hortalizas, las pastas.. dieta sana y mediterránea; bueno, bonito y sobre todo, barato, que se dice.

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    1. Pilar, ¡¡me alegro de que coincidamos en el análisis!! Me quedó explicar tu apunte: el incremento de alimentos sanos y baratos, aunque aquí el consumo de frutas ha caído y mi duda es si su descenso se debe a que la fruta es más cara que la hortaliza.
      Lo dicho, somos lo que comemos.
      ¡Gracias por tu tiempo y tus palabras!

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